Thursday 5 September 2013

Quiero y voy a ser grande.

Siempre me ha pasado que si me he rodeado de personas que he creído superiores a mi (no necesariamente cierto) me he autodesplazado yo a un segundo plano al sentirme inferior. En este último año me he planteado cuestiones muy serias sobre mi futuro, entre ellas, la más importante ha sido, ¿Quieres estar toda tu vida creyéndote inferior a cuantos te rodean, o vas a luchar por ser la mejor? Mi respuesta siempre ha sido intentar ser la mejor en cuanto se pone por delante de mi, no obstante siempre acabo adquiriendo el síndrome de la segundona. De hecho, he acabado mi carrera siendo el segundo mejor expediente, detrás de un compañero que supera mi edad en casi una década y con estudios superiores previos a este título. De todas formas, esto no es cuestión que me exima de mi complejo, pero sí ha sido una terapia para mí, no siempre seré la primera, pero aún siendo la segunda, la tercera o la última, en todo cuanto haga quiero tener la sensación real de haber dado el 200% de mi esfuerzo.
Con esto vengo a contar que, tras un verano atropellado que ha pasado como una estrella fugaz, en un visto y no visto, y tras cambiar de destino en tres ocasiones por circunstancias ajenas a mi persona, he alcanzado mi objetivo. Éste podría presentar el símil de escalar el Himalaya, pues va a ser una subida de fondo para mi, no me he metido por el camino fácil, más bien por el completo opuesto. Si hay dos caminos, yo siempre elegiré el difícil irremediablemente y sin proponérmelo. ¿Pero qué sería de la vida si no fuéramos superando hándicaps? Más aun en mi sueño investigador, esto va a ser un estímulo más que espero me sepa como un trampolín.