Saturday 24 November 2012

el amor más incondicional tiene cuatro patas.

El tiempo pasa, más fácil o más difícil, pasa.
Nunca nos gusta que lo bueno acabe.
No nos gusta perder lo que queremos, pero es inevitable. Llegó. No hoy ni ayer, sino hace dos meses y dos días. Simplemente se fue.
Tal como surgió, una pequeña existencia inesperada.
Llevaba haciéndome a la idea desde hacía unos años pero el golpe fue tan inesperado, repentino y desconcertante que ni en estos momentos puedo poner palabras en mi boca que no me produzcan una sensación de vacío interior angustiante.

Me tocó decir adiós.
Adios al cariño, la dependencia, la devoción más incondicional.
Adios a mi niña pequeña.
Adios a mi pastelito de nata.
Adios a mi chiquitita.
Adios
¿Es imposible aprender a no decir adiós? La experiencia me cuenta que no es así, ley de vida.

Pero, pienso y pensaré en ti, todos los días de mi vida, todos y cada uno de ellos, en cada minuto de los 11 años que vivimos juntas. Espero poder seguir llorando por ti, riendo por ti y recordando lo que es querer incondicionalmente.

A los que puedan pensar que esto va dirigido a una persona les diré que se equivocan.
A los que piensan que es una exageración sentir todo esto por un animal les diré que, entonces, no conocen el amor incondicional.
A los que como yo han sentido o sienten este gran sentimiento por parte de su mejor amigo de cuatro patas, les diré que cada día le dediquen, si aún tienen la oportunidad, una caricia, una mirada al menos al día, para nosotros el día tiene 24 horas y mil tareas, para ellos el tiempo no existe porque están ahí, con nosotros, más allá de los límites del tiempo.
Como bien se dice, sólo les falta hablar.

Por todos tus infinitos cariños.
Por todos tus juegos.
Por toda tu comprensión.
Por tus horas pegada a mi pierna mientras estudiaba.
Por los momentos en los que te tirabas sobre el teclado del portátil para reclamar atención.
Por las perrerías que te hacía disfrazándote.
Por los angustiosos momentos de epilepsia que resolvía con suerte cantándote muy bajito la nanita.
Por esos despertares a chuperretones por las mañanas.
Por el marmolillo que eras al dormir por las noches, siento un hueco aún.
Por los baños y la que montabas con el jabón.
Por tus intentos asesinos con el canario.
Por los momentos de pelota.
Por poder dormir teniéndote dormidita al calor de la mantita a mis pies.
Por los chillidos que dabas en vez de ladridos al decir "vamos a la calle"
Por el momento "potito" cuando te ponías perdida la boca.
Por olvidar la carita con la que me despedí de ti .
Por no recordar por las noches cómo te desplomaste en mi brazo ese 22 de septiembre.


Gracias por existir.
Gracias por haber sido mi más fiel amiga, mi hermanita perruna.

Te quise, te quiero y te querré.